Y entonces ocurrió, fue como una explosión de recuerdos, una hecatombe mental donde el mundo desaparece para una vez mas ir a Skyline. Llegué allí y no me gustaba la organización de las cajas, nada estaba donde debía estar aunque claramente lo ordene hasta hace solo unas semanas, pero es que las visitas son tan escasas y el mundo tan cambiante que me da miedo mi estático latido. Las estanterías estaban llenas de polvo y las etiquetas no pertenecían al contenido de los recipientes. Me senté en mi trono invisible y contemple con asco toda la estancia, las estanterías tan oscuras como estropeadas, lamparas apagándose y encendiéndose por el baja manutención que le estaba ofreciendo. Me sentía culpable. Me levanté y comencé a andar sin rumbo. La madera del suelo se resquebrajaba a cada paso como quejándose de mi continua ausencia. Las imágenes campaban a sus anchas como si del viento se tratase, danzaban a mi alrededor y desaparecían para que llegaran otras sustituyéndolas repitiendo el proceso una y otra vez. Me quede quieto con la mirada cansada viendo como pasaban unas y otras sin mi control. Es absurdo pensar que algo ahí no estaba bajo mi control, es un claro lamento de Skyline y a la vez una amenaza constante.
-Me necesitas tanto como yo te necesito a ti, no dejes que me pudra y me derrumbe o las consecuencias serán nefastas...y lo sabes -La voz resonaba en mi cabeza como si me estuvieran susurrando al oído.
Las ventanas temblaban y se quejaban con cada golpe de viento.
Fuera había tormenta. El mundo exterior me reclamaba pero estaba muy lejos de allí, solo esperaba que no me estuviera hablando alguien importante o hubiera pasado nada malo. Realmente daba igual. Allí el tiempo se ralentizaba y todo deja de importar. Siempre la misma historia, es complicado llegar a Skyline, y cuando llego siempre hay tormenta fuera.
Solo una vez no hubo tormenta pero fue un día importante pues hubo visita. Nadie debía estar allí, nadie PODÍA estar allí, y sin embargo allí apareció. Me quede perplejo, abrumado y quería desaparecer. Solo yo podía estar allí, era como si estuviera desnudo ante el mayor critico del mundo. Solo quería correr y escapar, pero Skyline no me dejaba, al igual que no se quejaba porque hubiera alguien. Era absurdo, no se de que me extrañaba, todo siempre era tan absurdo como perfecto. Lo acepté y tanto Skyline como yo admitimos nuestro error mas adelante.
Continué andando y salí de mis pensamientos, mi ojos miraban cansados y la iluminación cada vez era mas tenue, las imágenes desaparecieron y fueron a jugar a otra parte, parece que ya se habían cansado de torturarme... o eso pensé.
Seguía caminando y a cada paso la oscuridad se hacia mas palpable, pronto fue tan densa que no sabia ni donde estaba cuando de repente todo se iluminó. Miré con miedo a mi alrededor y conforme fui reconociendo donde estaba unos sudores fríos se apoderaron de mi y los temblores se manifestaron en mi torso.
Y allí me encontraba, de pie enfrente de una puerta vulgarmente gigante con un letrero que rezaba, NO PASAR!. Sabia lo que había tras esa puerta, allí escondí algo que nunca debía salir, pero la puerta estaba muy desgastada, y reflujos del contenido de la sala salían poco a poco abrumándome.
-Algún día debes enfrentarte a lo que hay dentro. -La voz sonaba paterna pero fria.
-Hoy no. -Conteste tan tajante como mis temblores me permitieron.
-Te va a pasar factura. -Ahora la voz no sonaba paterna si no mas bien fraternal y comprensiva.
-Me estoy empezando a acostumbrar al miedo de las pesadillas. -Mentí.
Me senté delante de la puerta absorbiendo esos reflujos y volví a introducirlos dentro. Repare la puerta todo lo bien que pude pero quede exhausto. Estaba desgastado, cada vez me sentía mas cansado y era como si de repente tuviera 80 años.
Volví por donde había venido sin tratar de perderme y recordándome a cada paso que debía alejarme de allí, que tenia que volver a mi trono y descansar.
Después de lo que me parecieron horas de sudor y agotamiento llegue a la sala principal, la tormenta parecía que fuera a arrancar las ventanas de cuajo. Sabia lo que eso significaba, era hora de volver. Hice un mantenimiento rápido de la estancia y me desplomé sobre mi trono.
Abrí los ojos y solo tenia ganas de llorar, todo fuera seguía igual, la gente seguía cantando y aunque estaba acompañado me sentía jodidamente solo. Nadie podría jamas comprender mis viajes y lo cansado que podía llegar a sentirme.
Me miró y sonrió.
-¿Todo bien cariño? - Dijo con una sonrisa preocupada en su rostro.
-Todo bien.
Y mi vista se fijo en el infinito, buscando la escalera para volver a Skyline sin ningún resultado.
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